El magnificente Perito Moreno
Hoy afortunadamente no tocaba madrugar. Nos pasaron a buscar para la excursión que incluye la visita al glaciar Perito Moreno y el minitrekking ($310 por persona) a las 10:15.
En los alrededores de la hostería donde nos alojamos está la laguna Nímez, famosa por ser reserva natural de aves. Mientras esperábamos a que Mariano nos recogiera, aprovechamos para hacer una breve visita y vimos bandurrias, unos curiosos pájaros de pico muy largo y curvo. De camino al Perito Moreno también vimos unos cuantos cóndores que estaban devorando una presa. Un poco después hubo que pagar nuevamente la entrada al Parque ($40 por persona).
La primera vista del Perito Moreno se produce en la Curva de los Suspiros, llamada así precisamente por las exclamaciones de asombro de la gente al contemplarlo por primera vez. Un poco más allá hay una explanada para hacer fotos panorámicas. Está justo debajo del Hotel Los Notros, el único que está dentro del Parque. El privilegio de dormir en el único sitio con vistas al Perito Moreno cuesta más de 500 dólares por persona y día.
Lo que hace único al Perito Moreno no es tanto su tamaño, ya que hay glaciares más extensos, como el Upsala, ni su altura, ya que también los hay más altos, como el Spegazzini, sino el hecho de que está situado frente a una península de tierra en la que se han construido pasarelas a distintos niveles. Esto permite contemplarlo desde distintas alturas y tener vistas panorámicas desde arriba, cosa prácticamente imposible en otros glaciares. Además, periódicamente se produce otro fenómeno único: el glaciar crece, llega hasta la península y cierra el Lago Argentino. Esto provoca el crecimiento de las aguas en la parte izquierda, que empiezan a erosionar el glaciar por abajo, horadándolo hasta que finalmente se abre un canal con un arco enorme que libera el paso del agua. El derrumbe final de este arco es todo un espectáculo que se produce cada 2 ó 4 años. En este momento el lago está cerrado y se espera que en Marzo de 2008 se vuelva a producir el fenómeno.
Mientras ocurre esto, a los que vamos nos esperan unas vistas fantásticas, relajarse contemplando la inmensidad de la masa helada y esperar a que la fortuna nos permita contemplar el desprendimiento de algún bloque de hielo del frente del glaciar. Parece mentira que incluso los trozos más pequeños hagan un ruido tan impresionante al caer contra el agua. También impresiona oír cómo se resquebraja por dentro el glaciar. Es como si se abriera el suelo bajo tus pies.
A lomos del Perito.
Aproximadamente a las 2 nos dirigimos hacia la furgoneta de Amayco para que nos llevara al embarcadero. Desde allí cruzamos el Lago hasta un lateral del glaciar, donde nos esperaban unos guías para iniciar el minitrekking por el Perito Moreno.
Antes de entrar al glaciar nos pusieron unos crampones, aunque no tan profesionales como los del guía. Sobre el hielo hay que caminar con paso firme y los crampones hacen magníficamente su trabajo y se agarran como lapas. La superficie del glaciar presenta muchas sorpresas. No es lisa ni mucho menos, sino que hay muchos picos y agujeros. Además el agua que se va derritiendo por arriba va recorriendo el glaciar y cavando sumideros por los que se escapan increíbles tonos azules.
La caminata dura poco más de una hora y está adaptada para todos los públicos, puesto que no presenta mayor dificultad y se va a un ritmo lento. Para culminar, tenemos la inevitable turistada: una mesa, unos vasos, hielo recién cortado del glaciar, y voilá, whisky on the rocks con hielo de más de 300 años. Si no te gusta el whisky, como a mí, también puedes saborear el agua recién derretida del glaciar. Tiene un sabor purísimo.
A última hora, y antes de ir a cenar, fuimos a recoger el coche de alquiler que teníamos apalabrado desde España con la empresa Localiza. Una semana, con 1.400 km libres, nos salía por $1080. Rellenamos el tanque de gasolina y lo dejamos aparcado en la Hostería mientras nos íbamos a cenar.
Para cenar elegimos el Don Pichón, del que nos habían hablado muy bien. Como está a las afueras del pueblo, tienen un servicio de recogida en tu propio hotel. Nada más llegar nos encontramos con la sorpresa de ver allí cenando a Antonio Lobato, el presentador de la fórmula 1. El local está muy bien decorado y está en un alto sobre El Calafate. Quizá comer allí sea más espectacular que cenar, porque debe de haber unas vistas excelentes sobre el pueblo, el lago y las montañas. La cena estuvo muy bien y pagamos $145 los dos, pero salimos muy satisfechos.
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